Cartas anónimas, Sin categoría

Carta a un reflejo: Los dilemas de la sociedad hipócrita

A propósito de una publicación refundida entre los días he decidido dar término a tus dilemas, los que impiden dar vuelo a tus artes de seducción y que por tu plena convicción no te dejarán perder lo que tanto quieres, hipótesis sobre la cual mantengo mis reservas.

Lo haré no porque yo quiera, tengo que ser honesta, sino porque saberte feliz me consuela, aunque el corazón arda hasta incinerarse.

Voy a hacer solo lo que los tiempos actuales dictan “seguir las normas”, aclarando que no lo hago por mí, porque eso sería automutilarme, lo hago por algo más simple, respetar tus convicciones, tu universo en pleno, y esperando que llegues a buen puerto.

No quiero ser la causa de silencios incómodos, conflictos existenciales, deficiencias de creatividad, gozos reprimidos, escenas de egos (o se dice celos?) y mucho menos de conversaciones de moral, quiero ser mucho más que eso para la vida, la mía y la de los demás, aunque para muchos entender eso se encuentre a destiempo, quienes están en mi tiempo así lo entienden.

Solo espero de tu parte un acto de nobleza, no tomar prestadas mis palabras o mi música para tus artes de seducción, ya que los derechos de autor son cosa delicada en estos tiempos de sinvergüenzas locos como yo.

Sé que me quedará  un cuestionamiento extenso en el tiempo: ¿por qué tus convicciones no alcanzaron para sacarme sin dudar de tu realidad virtual? Por qué actuar con precaución si los motivos sociales y morales en tu haber son suficientes para haberlo hecho con determinación?

Mi teoría se condensa en los miedos silenciosos que provoca la incertidumbre propia de lo desconocido, de lo confuso “en todo sentido”, pero esa es solo una de mis suposiciones, producto de algo que llaman intuición.

Tus miedos no tienen fundamento más allá de mi aparente locura verbal, que no es otra cosa que la manifestación propia de lo que se siente por primera vez y no se sabe como tocar, ya que no soy maestra en las artes del amor (el amor para mí siempre ha sido un adendo al contrato de la vida), han sido otras mis inteligencias, no propiamente las emocionales, pues poniéndome en evidencia, no he sido muy dedicada en la materia, no había sentido la necesidad de serlo. Y si, esto me había blindado hasta hoy, y pudo haber sacrificado a unos cuantos en tiempos anteriores y presentes, lamentablemente hasta ahora lo veo. Gracias por abrir mi mente hacia lo conocido pero no reconocido, te reconozco como un mensajero de amor, vida y autoconocimiento espiritual.

Que cómo lo sé?

Porque Dios me lo dijo, y fue muy enfático. Hubo ocasiones en que no me dejaba dormir porque me hablaba al oído, entonces me daba tanto miedo que llegué a taparme tan fuerte con mi almohada hasta que sus palabras reventaban por mis ojos en forma de mar, de cielo, de tierra y de fuego, hasta que el mar me inundaba, el cielo me arrullaba, la tierra me estremecía y finalmente el calor del fuego me dormía. Entonces le pregunté por qué había vuelto a escuchar su susurro  en las noches si desde que se aproximaban los 90’s se había olvidado de mi. Y me contestó a través de una de sus formas más antiguas, sus ángeles terrestres.

“Es momento de reencontrarnos porque vienen momentos de cambio, personas que se van y personas que se quedan, y tienes que saber discernir, porque las personas llegan a ti en el momento justo, no antes ni después. Debes ser franca y hablar con la verdad, porque necesito tu espíritu limpio. Debes soltar y perder los miedos, vivir intensamente cada día pensando que puedes no amanecer al siguiente porque las oportunidades son como una gota de agua, o la tomas en tu mano para saciar tu sed o simplemente la dejas pasar a estrellarse con la frialdad del suelo.

Ahora mírate al espejo y dime lo que ves, esto es mi obra, nada que nazca del amor de Dios puede ser malo, simplemente di lo que sientes, que yo hablaré a través de ti, tú serás mi instrumento. Pase lo que pase yo estoy a tu lado”.

Y lo que vi en el espejo fue a ti, pero tú no me veías. Parece que aún estás en otro momento porque no me reconociste y yo de mi lado solo puedo esperar, esperar a que abras los ojos y puedas ver lo que yo, el brillo del sol, en esta o en cualquier otra vida.

La coherencia siempre ha sido mi lema de vida, así que por esto y por mi salud mental, mientras soporto la espera, te invito a cortar el único lazo que entre nosotros ha existido como fuente de comunicación (aunque encriptada), el lazo virtual.

Espero de tu parte el mismo manifiesto de coherencia.

Agradezco tu comprensión,

I see you  😉

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