Te miré suavemente de perfil.
Me detuve brévemente en tus maneras,
agradeciendo el momento
que nos concediera el cielo.
A lo lejos pude sentir tu lluvia,
escuchándola caer dentro de mi pecho,
al tiempo que humedecía mis ojos.
Esta vez no fue un error,
esta vez eras tú,
esta vez era yo,
en el mismo tiempo y lugar.
El frío era de nuevo mi cómplice,
como si fuera él quien decidiera
haberte traído de vuelta.
El siempre viene contigo
a reclamar todos mis ardores.
Su blanco infinito perfecto
contrastaba con tus negros color indiferencia
y con mis rojos color amor.
Esta vez no fue un error,
esta vez eras tú,
esta vez era yo,
en el mismo tiempo y lugar.
Tú sólo te detuviste en el silencio,
como quien se ausenta de la vida
para poder evitar sus demandas.
Tú sólo diste la espalda
en completa quietud sentimental,
dejando a tu paso los rastros
de aquel amor que me pertenecía.
Esta vez no fue un error,
esta vez eras tú,
esta vez era yo,
en el mismo tiempo y lugar.
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