He decidido
que seas madeja.
Negro arrume de cosas
ya olvidadas,
enredadas.
De las que maúllan
lastimeras,
desbordadas de ausencia,
agraviadas por el decoro,
por la voluntad de hierro
que vuelve a ser escudo.
Así es como se habla
a ciertas cosas
que ya no son apetecidas,
como por ejemplo,
a la falta de carácter.
No quiero más amigos nuevos,
ni corazones que abrumen sin sentido,
libros mil veces publicados,
una vez,
y otra,
y otra.
Soy amiga del horror de la costumbre,
de la clásica pluma
acariciando el papel.
Me cuestan las nuevas sociedades,
las de los dedos protagonistas,
las de las cabezas gachas…
Y me cuesta tanto,
tanto,
tu silencio,
un tanto más
que mi exceso de orgullo.
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UNA PROTESTA ATÍPICA Y CUERDA. AL FINAL DE AMOR.
ABRAZOS
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