De repente, me encontré de nuevo pensando en las cosas diarias:
En la manera en que frunce su nariz cuando le doy un beso de madrugada,
En el mejor modo de depurar una base de datos,
En las plantas que sembraría en la huerta de auto-consumo,
En la llamada para coordinar nuestras clases de música,
En la soberanía del sol sobre mi café de mañana,
En el cómo usar el artículo 56 de la ley 1383 de 2010,
En la selección de los poemas para el siguiente concurso literario,
En la forma más efectiva de dejar limpia mi bandeja de correo,
En la lista de “to do” del día inmediato.
Así fue como supe que estaba de vuelta,
cuando dejaron de afanarme los tiempos futuros,
y por fin me posé,
como abeja en flor,
sobre las horas presentes.
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Catalina Carrillo 