Poder secreto

Estoy aburrida de tanto mundo,

de la información que contamina.

Ya no sabe uno

ni qué leer,

ni a dónde ir,

ni qué vender,

más que su propia alma.

Aunque ante tanta sobreoferta

ya ni el diablo la compra,

ha perdido su valor.

• ¿Y la subasta?

Preguntaba el intrépido.

• ¿Cómo subastar un alma fracturada?

Preguntaba la escéptica.

Es mejor inventarse

una nueva alquimia

que permita rehacerla,

acogiendo lo que ya no es

a los ojos de los transeúntes del ahora,

los siervos sin tierra con afán de nada,

acogiendo aquello que se ha dejado pasar,

un minuto de sueño,

un abrazo de madre,

un ladrido de perro,

un juguete encontrado,

una canción extraña,

para revolverlo con aquello que todavía no ha sido, y por no serlo ni siquiera se intuye.

Y es que hay días en los que quiero suicidarme sin llegar a hacerlo nunca.

Me gusta imaginarme siendo pobre y caminando descalza,

dejando huellas indelebles cercanas a las brisas del cambio, por ahí y entre la gente, con el poder de no ser percibida.

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.